Resuelto el trámite de la visa, lo único que faltaba era esperar a que llegara el documento. Como ahora la visa británica de estudiante es una credencial de identificación (un carné de identidá, pues) tenía mi pasaporte conmigo. Sin embargo, requería de la visa para poder volver a entrar al Reino Unido. Además, contaba con mostrar esa autorización a la hora de solicitar la visa americana, que también se me vencía en esas fechas y la cual necesito para un congreso al que planeo ir en Febrero. No hay duda, los problemas se vienen en racimo.
Mientras regresaba de Liverpool, me puse a hacer cuentas: Hoy es 12 de diciembre y mi vuelo a México sale el 19 en la madrugada. El cónsul me dijo que la visa llegaba entre 3 y 5 días hábiles, comenzando a contar desde este día 12. Bueno, entonces es viernes 12, lunes 15, martes 16. Lo mejor es que me vaya a la oficina tanto el lunes como el martes y a partir del miércoles espere en la casa la llegada de la visa, ya que la distribución es por correo seguro (lo que sea que eso signifique) y tengo que estar presente para firmar de recibido y mostrar una identificación. Perfecto.
Así pues, tanto el lunes como el martes anduve en el edificio de ciencia de materiales, donde me dediqué a acabar de revivir a la PowerMac que dije endenantes. Después de mucho buscarle la echamos a andar, con sólo algunos detalles menores, como el hecho de que sólo di de alta como a cuatro usuarios. -Al que le urja, que me busque – pensé.
Regresé el martes por la tarde al departamento y al abrir el buzón me encontré con una temida tarjeta de visita: Servicios descoordinados de entregas urgentes que podrían ser de vital importancia para usted (SDDEUQPSDVIPU) lo ha honrado con una visita pero usted no se dignó a estar presente. Haga favor de llamarnos a la brevedad posible para concentrar otra entrega. SDDEUQPSDVIPU, la compañía en quien usted puede confiar para el momento en que siente que todo va a valer madres, agradece su preferencia.
Exclamé un sonoro ¡puta madre! mientras azotaba la puerta del buzón. Estos infelices ya vinieron -dije para mí-Â y no me encontraron. ‘ora hay que hablarles y falta que me tenga que soplar otra vez la pequeña serenata nocturna.
Al llamar al teléfono indicado, no tuve que pasar por uno de esos sistemas automatizados que dicen que uno oprima tal o cual tecla para ir accediendo a las opciones. Nooo, SDDEUQPSDVIPU, como compañía de tecnología de punta, tiene un sistema de reconocimiento de voz.
– Welcome to SDDEUQPSDVIPU, if you would like to arrange a delivery, please say one. If you would like to know where in the hell is your delivery, please say two. If you would like to talk to one of our representatives, please say three.
– One – dije yo con la mayor claridad posible.
– You have chosen ONE. Please say your delivery processing number, found in the calling card we left in your mail box.
– Seven, two, four, three, zero, six, eight, zero, one – respondí.
– Have you said: SEVEN, TWO, FOUR, SIX, ZERO, THREE, EIGHT, ZERO, ONE?
– No – contesté.
– You have replied NO. Please say your delivery processing number…
Y así ad nauseaum. Eventualmente dieron con mi numero, el sistema dijo mi nombre de una forma tan atroz, que apenas lo pude reconocer por el Pastor y entonces me dijo que lo más pronto que podrían entregarme la visa, era el jueves. Yo la quería antes, por supuesto, pero no era adecuado ponerse a discutir con un sistema automatizado, así que solicité hablar con un humano. Tardaron un poco, pero me comunicaron con alguien que en tres patadas me despachó: Se necesitan al menos 36 horas para acordar una entrega. Ya es martes por la noche, así que lo más pronto que se le pueden entregar es el jueves. ¿Puedo servirlo en algo más?
Y ni modo, a esperar. Todavía el miércoles en la mañana les volví a llamar para asegurarme de que tuvieran bien mi dirección y para ver si me podían decir a qué hora llegaban. La respuesta fue: SDDEUQPSDVIPU, su compañía de confianza, agradece su preferencia y le informa que, debido a lo delicado de los paquetes que transportamos, no podemos asegurar una hora de entrega, ya que nuestros choferes, con alto espíritu de servicio y dipuestos casi a morir por entregar sus vitales paquetes, cambian constantemente sus rutas en aras de incrementar la seguridad de la entrega. La cual es otra forma de decir que tienen un desmadre y no saben a qué maldita hora van a entregar – pensé.
Llegó el jueves y me puse a empacar. A estas alturas ya había decidido no cambiar mi vuelo. Tenía la confianza de que esa visa iba a llegar y que fuera lo que tuviera que ser. Todavía bromeé el día anterior con un amigo, cuando le dije que me iba a sentar en la banqueta desde temprano y que en cuanto viera aparecer la camioneta de SDDEUQPSDVIPU, le iba a decir que ese paquete era para mí.
Pero, ¡oh, decepción!, la camioneta de SDDEUQPSDVIPU nunca apareció. Eso sí, a eso de las 11 y media de la mañana, un señor ya entrado en los cincuenta años, se deslizó sobre una bicicleta en cuyo marco aparecía el logotipo de la compañía esta y tocó a mi puerta. Se identificó y muy sonriente preguntó por Mr. Pastor. Le dije que era yo y tras identificarme con mi pasaporte, me entregó la visa que tanto me hizo sufrir. Mientras lo veía alejarse y caracolear un poco con la bici, me puse a pensar en cuán seguras eran las entregas de SDDEUQPSDVIPU: Con un disfraz como ése, nadie podía imaginar lo importante de los documentos que llevaban.
Y así, con la visa en la mano, emprendí al día siguiente el retorno a las cálidas tierras del Anáhuac.
Darth Tradd
Hulme
Manchester, UK