Me he dado cuenta de algo: El trabajo que he estado haciendo en estos días interfiere negativamente con este blog. Ya el otro día los estuve aburriendo con historias anelásticas, así que ahora no les voy a dar detalles sobre matrices rotacionales y cosas similares. Sin embargo, sí les puedo decir que el buen Profesor Morhi me está ayudando mucho, incluso dejándome algunos ejercicios de tareas. Y también me he visto en la necesidad de recurrir a un libro que le traerá buenos recuerdos a los cuates del Cinves: El infame Mathematical methods for physicists de Arfken…
Así las cosas, hoy me fui a inscribir como estudiante por última vez en mi vida. Sí, lo suena suena dramático y azotado, pero así es. Oficialmente sólo se tienen 3 años para terminar el doctorado, pero la mayoría de la gente se extiende un poco más, en un período llamado de escritura (writing up). Así que me dirigí al edificio central de la Universidad para presentar la carta de extensión del Conacyt y solicitar mi nueva tarjeta de estudiambre. Lo que vi ahí me impresionó un poco.
Sí, una multitud de imberbes estudiantes de licenciatura llegando por primera vez a una Universidad. Es muy fácil ubicarlos: Los chamacos tienen la característica mandíbula afilada que se suele tener antes de los veinte años. Las chamacas tienen ese cuerpo de mujer a medio terminar que decía Mecano. Y todos traen esos ojos de paloma asustada, de no saber qué hacen aquí, tan lejos de su casa.
Y entre ellos, estaba yo, con todo el peso de mis 30 años, mi mandíbula cuadrada, regordetes mofletes, panza chelera y canas luchando por sobresalir en mis patillas. Un chamaco un tanto chaparro me pisó accidentalmente cuando estábamos en la fila. Se volteó para disculparse y al mirar hacia arriba me dijo: I’m sorry… sir…Maldita sea, cuando llegué aquí todavía era mate.
Pero otra vez ando divagando. El punto es que después de toda la vida de ser estudiante (desde 1983) con sólo algunos lapsos en los que fui ingeniero de 7 a 5 (oficialmente) hoy fue la última vez en que pasé por el trámite de una inscripción. Al terminar este año escolar, ya no voy a poder tener descuento de estudiante en los cines, autobuses y similares. Y, me quede aquí o me regrese a México, tendré que pagar impuestos. Ni modo. Ya son muchos años de ser estudiante, es hora de ponerse a trabajar un poco.
Darth Tradd
Hulme
Manchester, UK